![]() |
| Ruinas de la mayor iglesia gótica de la ciudad que formó parte del Convento do Carmo. (SER y National Geographic) |
La mañana del 1 de noviembre de 1755 amaneció luminosa en Lisboa. Era el día de Todos los Santos y las iglesias rebosaban de fieles. Nadie imaginaba que, en cuestión de minutos, la ciudad se convertiría en un infierno. A las 9:40 de la mañana, la tierra comenzó a sacudirse con una fuerza descomunal. Las crónicas cuentan que el suelo se ondulaba como el mar y que los edificios se desplomaban como castillos de naipes.
Se calcula que la magnitud del terremoto estuvo entre 8,5 y 9,0 en la escala de Richter. Duró unos seis minutos, una eternidad para quienes lo vivieron. El ruido de los derrumbes se mezclaba con los gritos, el repique incontrolado de las campanas y el estrépito de las piedras cayendo.
Lisboa antes del desastre
En 1755, Lisboa era una de las capitales más ricas de Europa. Desde su puerto partían cargamentos de oro y especias procedentes de Brasil, África y Asia. La ciudad estaba adornada con palacios barrocos, plazas monumentales y una vida cultural animada. Todo eso cambiaría en pocas horas.
El terremoto
El primer golpe de la naturaleza fue el seísmo. Barrios enteros se vinieron abajo: Alfama, Baixa, el Rossio… Las iglesias, abarrotadas por la festividad, se convirtieron en trampas mortales.
El tsunami
Quienes huyeron hacia el puerto buscando un lugar abierto vieron cómo el mar se retiraba varios cientos de metros. Poco después, una gigantesca ola arrasó el muelle y penetró en la ciudad, llevándose consigo barcos, casas y personas.
El incendio
Las velas encendidas en las iglesias, las chimeneas derrumbadas y los braseros volcados iniciaron múltiples focos de fuego. El viento avivó las llamas y durante seis días Lisboa ardió sin control.
Impacto humano y social
El balance fue devastador: entre 30.000 y 50.000 muertos, miles de heridos y más de la mitad de la ciudad reducida a escombros. El patrimonio cultural sufrió pérdidas incalculables: bibliotecas, obras de arte y archivos históricos desaparecieron para siempre.
Consecuencias políticas y filosóficas
La reconstrucción estuvo dirigida por el Marqués de Pombal, que aplicó medidas inéditas: calles más anchas, edificios diseñados con criterios antisísmicos y una planificación urbana moderna.
Pero el terremoto no solo sacudió Lisboa, también remeció la conciencia europea. Filósofos como Voltaire lo utilizaron como argumento contra la idea de que vivimos en “el mejor de los mundos posibles”, y pensadores como Rousseau reflexionaron sobre la relación entre naturaleza y sociedad. Fue un hito que marcó el nacimiento de la sismología moderna y un cambio en la manera de entender los desastres naturales: ya no como castigos divinos, sino como fenómenos que podían estudiarse científicamente.
El legado del terremoto
El Lisboa que hoy conocemos es, en buena parte, fruto de aquella tragedia. Sus plazas rectilíneas, sus edificios resistentes y su espíritu de resiliencia son herencia de un desastre que obligó a la ciudad a renacer de sus cenizas.
El terremoto de 1755 sigue siendo uno de los más poderosos y letales de la historia. Más allá de las cifras y las ruinas, dejó una lección universal: la fragilidad de nuestras construcciones y la fuerza implacable de la naturaleza, capaces en minutos de cambiar el curso de una ciudad… y de una civilización entera.
En realidad, el terremoto no se limitó a Lisboa. Las ondas sísmicas se sintieron en toda la Península Ibérica, en el sur de Francia, Italia, Suiza, e incluso en Alemania y los Países Bajos. El mar se agitó en el Atlántico y produjo tsunamis que golpearon las costas de Marruecos, Madeira, Canarias e incluso el Caribe.
En Cádiz, Huelva y otras zonas del sur de España, el mar entró tierra adentro arrasando puertos y pueblos costeros. En Irlanda y el Reino Unido, los instrumentos científicos detectaron alteraciones en el nivel del agua, y en lugares tan lejanos como Finlandia o Noruega se registraron movimientos en lagos y ríos.
Además de los daños físicos, el terremoto provocó un debate filosófico y religioso en toda Europa: si un desastre de tal magnitud podía suceder en un día santo y en una ciudad profundamente católica, ¿qué significaba eso sobre la providencia divina? Voltaire, Kant, Rousseau y muchos otros se enzarzaron en debates o intercambios de ideas muy intensos y profundos que influyeron mucho en el desarrollo del movimiento conocido como la Ilustración.
Curiosidades del terremoto de Lisboa de 1755
- Una fecha simbólica: Ocurrió el día de Todos los Santos, lo que hizo que las iglesias estuvieran llenas y aumentara el número de víctimas.
- La primera encuesta sísmica de la historia: El Marqués de Pombal envió cuestionarios a todas las parroquias de Portugal para recopilar datos sobre la intensidad, duración y efectos del terremoto.
- Sobrevivientes inesperados: El barrio de Alfama, con sus estrechas calles medievales, resistió mejor que otras zonas debido a su cimentación sobre roca sólida.
- La teoría del castigo divino: Muchos contemporáneos interpretaron el terremoto como un castigo de Dios; la Inquisición reforzó sermones que llamaban al arrepentimiento.
- Los jesuitas en el punto de mira: Algunos sectores acusaron a los jesuitas de herejía, aprovechando la catástrofe para iniciar su expulsión años después.
- Olas hasta el Caribe: El tsunami cruzó el Atlántico y llegó a Barbados, Martinica y Guadalupe, donde el nivel del mar subió varios metros.
- Impacto literario: Inspiró pasajes célebres en Cándido de Voltaire y motivó ensayos de Rousseau y Kant sobre la naturaleza del mal y los desastres naturales.
- Un laboratorio urbano: La reconstrucción de Lisboa fue uno de los primeros experimentos de urbanismo planificado en Europa, con edificios diseñados para resistir futuros seísmos.
- Biblioteca Nacional de Portugal – Documentos históricos sobre el terremoto de 1755.
- Archivo Nacional de Torre do Tombo – Crónicas y registros de la época.
-"O Terramoto de 1755” (Museu de Lisboa).
-Artículos académicos y divulgativos de la Universidade de Lisboa y la Universidade de Coimbra.
- Obras clásicas como Candide de Voltaire (referencias filosóficas) o ensayos de Immanuel Kant sobre sismología.
- Archivo Nacional de Torre do Tombo – Crónicas y registros de la época.
-"O Terramoto de 1755” (Museu de Lisboa).
-Artículos académicos y divulgativos de la Universidade de Lisboa y la Universidade de Coimbra.
- Obras clásicas como Candide de Voltaire (referencias filosóficas) o ensayos de Immanuel Kant sobre sismología.


Comentarios
Publicar un comentario