En pleno corazón financiero de Frankfurt, rodeada de edificios modernos, oficinas y el bullicio constante de la ciudad, se alza una torre que parece salida de un cuento medieval: la Eschenheimer Turm. Con sus casi 50 metros de altura, sus almenas puntiagudas y su porte solemne, esta torre es uno de los pocos vestigios que quedan de la antigua muralla medieval que protegía la ciudad.
A pesar de que Frankfurt es hoy un gran centro económico internacional, todavía conserva rincones que nos transportan a épocas muy distintas. La Eschenheimer Turm es uno de esos lugares capaces de detener el tiempo.
La torre fue construida entre 1400 y 1428, en una época en que Frankfurt prosperaba como ciudad de comercio. Formaba parte del sistema defensivo que rodeaba la ciudad, y era considerada una de las puertas de entrada más importantes. Por ella pasaban comerciantes, viajeros, carros cargados de mercancías y también los guardianes que vigilaban que nadie accediese sin permiso.
Sorprende pensar que esta torre —que hoy observamos rodeada de tranvías, cafeterías y semáforos— estuvo una vez en el límite exterior de la ciudad medieval.
Cuando Frankfurt empezó a expandirse a finales del siglo XIX, muchas de las antiguas construcciones defensivas fueron derribadas. La Eschenheimer Turm estuvo a punto de correr la misma suerte. Sin embargo, gracias a la presión de ciudadanos, historiadores y arquitectos que reconocieron su valor, la torre fue salvada y conservada como símbolo de la historia urbana.
En las postales antiguas —como las que acompañan este artículo— se puede ver la torre todavía aislada, rodeada de calles tranquilas y carruajes. Un contraste fascinante con la Frankfurt acelerada de hoy.
El edificio combina elementos típicos del gótico tardío: ventanas estrechas, torrecillas coronadas por agudas cubiertas y una silueta vertical que llama la atención desde cualquier punto de la plaza. En su interior hubo habitaciones para los guardias, almacenes y un puesto de vigilancia privilegiado sobre toda la ciudad.
Hoy, la torre alberga un pequeño restaurante, pero mantiene intacto su exterior medieval. Verla al atardecer, cuando la luz resalta la piedra y las sombras dibujan su perfil, es casi como viajar seis siglos atrás.
Pocas ciudades combinan tradición y modernidad con tanta naturalidad como Frankfurt. La Eschenheimer Turm es el mejor ejemplo: una torre del siglo XV que sigue en pie en uno de los nudos urbanos más transitados de Alemania. Una pieza de historia que recuerda que, antes de los rascacielos, esta fue una ciudad de murallas, torres y mercaderes.
Para el viajero que busca descubrir el pasado escondido entre las calles actuales, esta torre es una parada imprescindible.
Fuentes consultadas: Basado en diversas fuentes históricas y archivos abiertos sobre la historia urbana de Frankfurt.
Imágenes: La Eschenheimer Turm a finales del siglo XIX. (1890-1900) Biblioteca del Congreso.
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